El Mito de la Primera Imagen de Buda

Según la tradición budista tibetana, hay una fascinante historia sobre cómo se creó la primera imagen de Buda, una leyenda que involucra al rey Bimbisara, un regalo precioso y un desafío que puso a prueba la devoción y la habilidad de los artistas del reino.

Hace muchos siglos, en el antiguo reino de Magadha, gobernaba el rey Bimbisara, un monarca justo y devoto seguidor de Buda. Un día, el rey Bimbisara recibió un regalo excepcional: una joya deslumbrante que no tenía igual en todo el reino. Este obsequio vino con una condición muy estricta: si el rey no respondía con otro regalo igual de valioso al día siguiente, tropas enemigas invadirían su reino.

El rey Bimbisara, comprendiendo la importancia de responder adecuadamente, decidió que no había nada más valioso que una imagen de Buda. Así que convocó a los mejores artistas de su reino y les pidió que pintaran un retrato del Buda. Sin embargo, cuando los artistas se dirigieron al bosque para pintar a Buda, se encontraron con una dificultad inesperada. Al intentar capturar su imagen, se dieron cuenta de que no podían trazar ni un solo trazo. Buda irradiaba una luz tan intensa debido a su amor y compasión que sus rasgos eran imposibles de discernir. La luz que emanaba era cegadora y llenaba el espacio con una serenidad abrumadora.

Buda, consciente de la situación y de la necesidad del rey, decidió ayudarlos. Se sentó a la orilla de un lago en calma y, en lugar de proyectar su forma física, proyectó su cuerpo de luz sobre la superficie del agua. Este reflejo no mostró su apariencia física, sino que los artistas pudieron ver el cuerpo de luz de un Buda, desde entonces los artistas no representamos al personaje histórico y su apariencia, sino que representamos el cuerpo de luz de los budas, no es un cuerpo humano, y es la guía para alcanzar la iluminación como dice mi maestro Andy Weber es el Dharma sin palabras.

Con manos temblorosas pero corazones llenos de devoción, los artistas trazaron cuidadosamente el reflejo de Buda en el agua. Fue un momento de pura magia, ya que el reflejo capturó la verdadera esencia del Buda, su paz interior y su compasión infinita. Este reflejo se convirtió en la base para la creación de la primera imagen de Buda.

Al día siguiente, el rey Bimbisara presentó la imagen sagrada como su regalo. La joya de incomparable valor fue igualada no por otro objeto material, sino por la representación del Buda mismo, irradiando sabiduría y serenidad. Las tropas enemigas no invadieron, y el reino de Magadha permaneció en paz.

Este mito no solo resalta la importancia de la devoción y la habilidad artística, sino que también muestra cómo la verdadera esencia de Buda trasciende lo tangible, siendo algo que debe ser percibido con el corazón y el espíritu. La imagen creada a partir de su cuerpo de luz asegura que las siguientes generaciones puedan ver a Buda como él quería ser recordado: una presencia luminosa llena de amor y compasión.